El 23 de
noviembre de 1908, Castro se separa del poder y pasa Gómez a desempeñar la
presidencia en su condición de primer vicepresidente. Al día siguiente se
embarca Castro en el buque Guadalupe, rumbo a Europa. La ocasión del viaje de
Castro al exterior fue visto como una ocasión propicia para organizar un nuevo
movimiento revolucionario por parte de los jefes del liberalismo amarillo y del
nacionalismo en el destierro, quienes contaban una vez más con el apoyo de las
potencias extranjeras (Estados Unidos de Norteamérica, Francia y Holanda), las
cuales habían roto relaciones diplomáticas con Venezuela. Bajo estas
circunstancias, Gómez obtiene el poder suficiente para organizar un golpe de
Estado y sustituir de manera definitiva a Castro en el ejercicio del poder. Una
vez derrocado Castro, Gómez inicia su gestión concediendo la libertad a los
presos políticos e invitando a quienes permanecían en el exilio a regresar al
país; además restaura la libertad de prensa, pero se niega a disolver el
Congreso y a convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, tal como lo
reclamaba todo el país. El 5 de agosto de 1909, el Congreso Nacional aprueba
una reforma constitucional que reduce el período presidencial a 4 años y se
establece un período provisional hasta el 19 de abril de 1910, fecha en que
debía entrar en vigencia la reforma. En definitiva, Gómez es elegido el 11 de
agosto presidente provisional de la República y el 25 de abril de 1910, es
elevado por el Congreso al rango de general en jefe de los ejércitos
venezolanos
El 27 de abril, las cámaras legislativas lo eligen
presidente constitucional de Venezuela para el período 1910-1914, pero en 1913
Gómez decide continuar en el ejercicio del poder, creando con esa
determinación, la primera crisis en el seno de su gobierno. En la etapa
1928-1935, Gómez decretó la creación del Banco Obrero del Banco Agrícola y
Pecuario, y promulgó la primera Ley del Trabajo. En plena crisis financiera
mundial ocasionada por el descalabro de la Bolsa de Nueva York, en 1930 canceló
la deuda externa de Venezuela que se arrastraba desde el siglo XIX. El 7 de
julio de 1931 prestó por última ves su juramento como presidente de la
República, en lo que será su lustro final en el poder. En términos generales, durante los 27 años que
gobernó a Venezuela, no varió en sus costumbres y mantuvo las mismas de su
época de hacendado y de guerrero, caracterizadas por la sencillez en sus
hábitos, su desconfianza en las camarillas, la relación directa con gente de
todas las condiciones sociales y su capacidad para utilizar en su gobierno a
las personalidades de mayor prestigio intelectual con que contaba el país
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